Se refiere a los judíos originarios de España y Portugal, los judíos se establecieron en la península ibérica aproximadamente desde el Siglo I, desde que en el año 70 el general Tito conquistó Jerusalén, expulsándolos de su tierra y obligándolos a desplazarse hacia nuevas tierras.
Muchos de ellos llegaron a la península ibérica y la hicieron su hogar por casi 1.500 años, como un pueblo próspero e intelectual, conviviendo pacíficamente con cristianos y moros.
Muchos de los sefardíes o sefarditas fueron importantes hombres de las humanidades, la ciencia y otras disciplinas, en las que constantemente asesoraban a los reyes y nobles en los diferentes reinos de la península.
Tienen su propia lengua, la cual se llama Ladino y en la que el término Sefarad, de donde viene el nombre que los diferencia de otras comunidades judías, significa Iberia. De allí que los sefardíes se refiera a las comunidades judías de España y Portugal.
El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos, don Fernando II de Aragón y doña Isabel I de Castilla, firmaron el decreto conocido como el «Edicto de Granada», por ser firmado en dicha ciudad y en el cual obligaban a los sefardíes a convertirse a la fe cristiana o someterse a ser juzgados por los tribunales de la inquisición o dejar los reinos de Castilla y Aragón, bajo el pretexto de «crímenes y transgresiones contra la fe Católica».
Esta nueva diáspora judía los obligó a buscar refugio y empezar de nuevo en diferentes partes lugares, tales como Portugal, norte de África, Holanda, Reino Unido, Imperio Otomano (hoy Turquía) y las diferentes colonias en América.
En 1496 el rey Manuel I de Portugal promulga un decreto similar al de España, obligando a estos también a convertirse al cristianismo o salir huyendo de Sefarad.
En 2015, España y Portugal promulgan sendas leyes que buscan la reparación histórica cometida contra el pueblo judío, concediendo a los descendientes de los sefardíes la nacionalidad y animándoles a que regresen a casa.